jueves, 10 de enero de 2008

Volando en la sala de un aeropuerto




Hoy me di cuenta de un lugar al que puedes llegar a odiar a la vez que adorar es el aeropuerto. Así es. Impresionante la sensación que me pude llevar hoy que ello.

Rodando hace unos meses atrás de aeropuerto en aeropuerto internacional, llegué a aborrecer aquello que siempre sueñas ya que te lleva al destino deseado de la forma más rápida y, no cabe duda alguna, que eficaz. Aquel lugar donde los sueños se hacen realidad. Allí donde uno se siente alguien por facturar hasta un mísero equipaje de mano que sobrepasa el peso estipulado por la compañía. Desde donde se puede echar al azar el destino donde viajar. Te plantas en el aeropuerto y escoges aquel lugar donde la puerta de embarque tenga el color azul, amarillo o por qué no rojo y donde el número de la ventana de facturación sea el 123, porque te encanta esa combinación de números tan graciosa y peculiar. Aquel lugar, seleccionado por meros juegos, será el lugar donde en unas horas te plantees tu regreso simplemente porque adoras viajar y es fácil dar vuelta atrás.

Y es que un aeropuerto puede dar mucho juego señores, quizás solo de palabra.

Amplio, desde allí se puede llegar a la otra parte del mundo.
Silencioso, porque ya se acabó eso de avisar por megafonía su puerta de embarque. Impresionante o impresionado, por cada despegue de avión particularizado por cada piloto deseando demostrar sus dotes de aviación.
Travieso, todos se ponen a la cola para jugar con un contrincante peculiar: la gravedad. Ruidoso por la cantidad de personajes que se pasean, duermen, corren y galopan por sus pasillos.
Plural, personas de todas las nacionalidades y personas de una misma nacionalidad pero con diferentes aficiones o profesiones: limpieza, vigilancia, electricistas, ingenieros, azafatas…
Recóndito, porque nunca sabes la cantidad de pasadizos electrónicos que puede haber bajo tus pies.
Misterioso y miedoso a la vez, porque nunca quiere estar solo.
Desafiante, denominan Terminal al lugar desde donde parten todos tus sueños o para algunos sus peores pesadillas.
Tolerante, es el lugar que siempre recibe los abrazos internacionales sin ningún tipo de dilación u obligación.
Electrónico y rápido, los datos no terminan de hacer su aparición en pantalla constantemente.
Festivo y nervioso, que se abra cada una de sus puertas de llegada es toda una fiesta y un manojo de nervios por ver la cara adecuada.
Estresante, porque no llegas a la puerta de embarque.
Relajante, porque no perdieron tu equipaje.
Triste, en el se fraguan miles de despedidas.
Feliz, en el se reencuentran dos almas perdidas.

El amor y el odio que se le puede llegar a tener a sitios como estos pueden llegar a marcar tanto una tarde como para hacer un tipo de reflexión como la aquí presente.
Resumiendo... aquel lugar donde desesperas por conseguir volando tus sueños, como siempre lo has hecho con el alma sin necesidad de estar enfundado en una máquina de acero.

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