sábado, 24 de enero de 2009

La envidia




Un patio feo. Así es el envidioso. La envidia está, en la mayoría de las ocasiones, llena de miradas deshonradas y desaires. La gente cree que son miradas de odio y superación, sobre todo, las de por encima del hombro. Pero, en realidad, no hay nada más que envidia que irradia, que quema. La envidia está provocada por la inmadurez, la poca plenitud de la persona, la insensatez de uno mismo.


En los últimos años me he cerciorado que, por envidia, la gente es capaz de remover sus más malditas artes para creer hacer - y digo bien creer hacer- infeliz al ajeno sin darse cuenta o fijarse que quien realmente es poco feliz y agraciado sea él mismo. Lo corroe. La envidia es consecuencia de llevar al individuo a tener lo que no posee y a sufrir, aunque muchos no lo crean, la comparación constante con el prójimo.


La envidia provoca un individualismo competitivo, incapaz de controlar en el largo plazo, de tal forma que se vuelve como una peculiaridad por la que destaca aquella u ésta persona.
Es un sentimiento del que se habla poco pero que la gente sufre a menudo y que destruye el entorno. La demanda de la envidia muestra la carencia. La envidia es un problema emocional que provoca un sentimiento desagradable y dificulta el desarrollo como persona ya que ésta se vuelve torpe, inútil.
En la envidia todo vale: la ley de la selva y el sálvese quien pueda. Los envidiosos, para procurar la caída de su rival difaman, insultan o acusan y, lo que es peor, cuando ya no les queda más argumentos para hablar en contra, creen transformar la mentira en verdad. La envidia, por tanto, viene a ser la cara oculta de la competitividad y constituye uno de los móviles por los que las personas se disputan el prestigio y el poder, motivados por la idea de “triunfar a cualquier precio” en el seno de una colectividad donde nadie está conforme con ser menos que el otro.

Mi consejo, como amante fiel en contra de tal estado emocional, es que si sufres las miradas y las palabras de una persona envidiosa trata de pasarlas por alto, no eres responsable de su sentimiento. Intenta descubrir la envidia a tiempo, te evitarás muchísimos problemas y, por supuesto, no desarrolles confianza con las personas envidiosas puesto que no lo merecen porque si hay algo claro en todo esto, es que la envidia es una competición en la que siempre se pierde.

La conocida como "envidia sana" no existe. Debemos sentirnos felices por la buena suerte de los demás, porque, en definitiva, vengan de la mano de otros o de las nuestras propias, de lo que se trata es de vivir el mayor número de momentos felices y alegres en la vida.

Y me quedo para finalizar, con las sabias palabras que alguien dijo una vez “Cualquiera que tenga dos dedos de frente, no le será difícil diferenciar entre el envidioso y el que es envidiado, en virtud de que una cosa es el oro del falso brillo de la pirita y, otra muy distinta, el brillo del metal noble que resiste a las pruebas del fuego”.

La Crisis según "Einstein"



‘No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. Lacrisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países,porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustiacomo el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace lainventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien superala crisis se supera a sí mismo sin quedar ’superado’.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propiotalento y respeta más a los problemas que a las soluciones. Laverdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconvenientede las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas ysoluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es unarutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisisdonde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento escaricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis esexaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos deuna vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de noquerer luchar por superarla’.
Albert Einstein

jueves, 15 de enero de 2009

Camino



Hacía tiempo que no lloraba a moco tendido con una película. Antes, recuerdo que lloraba con las películas de amor, desamor, despedidas… aquel amor imposible por familias, por estatus, porque uno de los implicados marcha lejos… Pero hacia mucho o, quizás nunca ,que no lloraba de verdad por una película y por todo lo que allí veía. Por los personajes, el contenido, por las escenas de dolor, de alegría, por los colores, la lluvia, los pájaros, por un vestido, un cuento de hadas, por esos ojos azules que le quitaban la vida poco a poco a esa niña que empezaba a dar pasos en la realidad…
Camino no es una película, es una emoción intensa. Muestra la vida y la muerte en apenas cinco meses. Camino es, sobre todo, felicidad y tristeza. Todos los personajes han sido escogidos con gran acierto. Un guión cargado de fantasia y dolor, que rasga el alma del espectador. Esa niña, Nerea Camacho. He quedado enganchada a ella, no sólo por el personaje que interpreta. Como siga así será alguien que destaque con creces en el mundo del cine y en el corazón de muchos, no lo dudo. Como ella sólo sabe pasar con ligereza de la tristeza a la felicidad en cuestión de segundos. Como sus ojos y su voz saben expresar de forma correcta al personaje en todas las circunstancias que se le presentan. Esa madre encomendada en cuerpo y alma ya no sólo a su personaje sino a la película de forma íntegra. Imagino que con ese listón de actores ante las cámaras el trabajo ha sido más duro aún.
Felicidades a Javier Fesser por regalarnos esta grandiosa película. Porque a pesar de que esté basada en hechos reales sólo tú has sabido hacer una hermosa y trágica nueva historia. Has sabido mezclar fabulosamente un mundo de felicidad con un mundo de dolor y sufrimiento y, ante todo, has sabido adaptarla a todos los públicos creando en el espectador una nostalgia infinita.
Enhorabuena a todos.