miércoles, 4 de junio de 2008

Crisis de gobierno y de partidos



La brecha política que se está marcando el Partido Popular da mucho juego y mucho en lo que pensar. Y me gusta. Me gusta alejarme, de vez en cuando, de la política social, económica o del bienestar del país. Conviene dejar de lado todo eso y fijarse en la política más táctica, del juego y práctica, del toma y dale, del ratón y el gato, del tira y afloja… de los partidos políticos de nuestro país.

Y es que el camino conservador, de derechas y sin voz ni voto que originó José María Aznar allá por los años 90 ha quedado muy atrás. El nuevo Partido Popular sabe que esto ya no llama a su voto a las urnas. Sabe que no es la forma para llevar la estrategia vencedora entre el gentío. Pero también asume riesgos cuando lo hace: el riesgo de la resistencia de la gran mayoría por no abandonar la filosofía inyectada de cabeza por el antiguo gobierno de partido.

Si hay algo claro en este país, es que la derecha conservadora ya no gana. Y parece que no se quieren enterar. El Partido Popular de los inteligentes sabe que debe situarse más hacia el centro para ganarse el voto de los indecisos, de los que se fijan en quién lo hace bien y quién lo hace mal más que en el color de sus militantes. Y por otro lado, se sitúan los del Partido Popular de lo indefendible, de la mentira, del abismo, de lo antiguo, los que denominaría, los “originales”.

¿Cómo afecta esto al Gobierno? Por un lado, le afecta positivamente y, por otro, le perjudica. Más bien clasificaría cómo le afecta en consecución del tiempo: a corto y largo plazo. A corto plazo, los “tejes y manejes” que el PP se trae entre sus miembros parecen ocupar los titulares de los periódicos dejando detrás de los textos de información o en la recámara de los Informativos, las ausentes reformas de la crisis económica que enfunda como una cinta de regalo al país. A largo plazo, a mi parecer, las cosas no parece que vayan a ser tan ideales y serenas para el Partido Socialista.

En el Partido Popular se han abierto dos frentes muy poderosos como si de un auténtico campo de batalla se tratara. Por un lado están los de “Rajoy” más centrados en intentar no llevar tanto la contraria al Gobierno, que hasta ahora casi no lo ha hecho porque con sus líos de partido ya tiene para entretenerse y, porque todas las promesas gubernamentales todavía no se han cumplido. No tiene nada frente a lo que protestar porque todavía no ha tenido “tiempo” el Gobierno para hacer nada.
Pero, Rajoy, sí tiene mucho de lo que ocuparse. Y es de realizar una buena y contundente estrategia. Y, creo, que lo está haciendo. Ha decido contar con un político que parece que a veces no tiene color, que el pueblo aclama, que casi no tienen rivales, sólo los de su propio partido que, a su vez, son los del otro lado y el que cuenta con muchos votos en una población muy relevante y condicionante para los resultados de elecciones nacionales. Y esto supone para Rajoy un buen “pan bajo el brazo”. El problema es que todavía no ha usado unas buenas herramientas para desbancarse, que no dudo yo que no las esté pensando.
Por otro lado, ha escogido como su mano derecha a una mujer joven, guapa y que no anda lejos de poseer una inteligencia trabajadora. Algo que parece que está de moda en la política.
Al otro lado del campo, están los de siempre, los que saltan a la comba al compás de las canciones que cantan los señoritos Aznar, Zaplana y Acebes. Y ¿su principal estrategia? Muy fácil, invitar a saltar a la “presidenta” Esperanza Aguirre. Mujer que el pueblo central aclama y la cual “no sabe llegar a fin de mes” lo que la identifica con la mayoría de los ciudadanos ilusos que la creen.

Si hay algo claro en todo esto es que, la brecha está abierta y se ha dejado evidenciar en el banquillo del juez. Sonrisas cómplices entre Zaplana y Losantos, el nerviosismo de Esperanza Aguirre, y las sonrisas y el despotismo ilustrado del, hasta ahora, inocente acusado frente a las declaraciones de Gallardón.

Por lo que, parece, que da la impresión de que España, se ve envuelta sólo en dos bandos de partido: los conservadores (que son muchos y, por tanto, un alto porcentaje de votos) que siguen aclamando el Partido restaurado de Aznar y, por otro lado, los que intentan seguir al movimiento del ciudadano, manteniéndose más hacia el centro y no protestando lo que no merece voz alguna, con razón. Hay muchos votos que se van al lado conservador y, otros muchos, que se pueden ir a los que no tienen ciega confianza en el Partido Socialista, los que llegarán, los que pasan de votar pero pueden llegar a hacerlo…

Movidas en Génova que pueden afectar al gobierno si sigue con su pasotismo de no hacer nada. Yo sólo digo que cada uno resuelva sus problemas en casa pero que, el Gobierno está dejando dormida a la economía, que está mal-utilizando los recursos financieros, que no se le siente, que parece que se fue de viaje… como digo, que parece que está dormido ante un pueblo enfurecido.