domingo, 10 de febrero de 2008

Repulsa al racismo


Hoy escribo mi total repulsa a los incidentes ocurridos estos últimos días en torno al Tablón del Residente de nuestro Colegio Mayor.

La protección legal fundamental en temas relacionados con el racismo o la xenofobia encuentra su base en la Constitución Española, concretamente en el artículo 14 en el que se contempla el principio de igualdad "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social."Así mismo el artículo 16 del mismo texto constitucional establece como derecho fundamental, la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.

Además de la Constitución, se han redactado otras normas más específicas sobre el tema, cuyo fin primordial es establecer medidas contra el racismo (Ley Orgánica 4/200, Leyes de las Naciones Unidas, la Directiva del Consejo, de 29 de Junio de 2000) entre otras.

Algunos estipulan que el racismo es una forma de pensar. Pues bien, estoy totalmente en contra, pero si así lo piensan dejémosles porque así se recoge también en nuestra Constitución Española referente a la libertad de expresión, que es el pilar de nuestra democracia. Pero siempre y cuando se respete al resto que no piensa igual y, que menos, que respeten a los que no consideran de su misma “especie”. También a aquellos que estipulan que la "libre circulación de personas" tiene que "controlarse"(término permitido, pero que a mi pesar suena de forma aterrante ya que parece que estuviesemos hablando de la libre circulación del capital económico) creo que deberían fundamentarme más su maravillosa "teoria" sobre a los que se debe y no se debe dejar "pasar", porque parece que tuviesen fundamentos justificados para decidir quien debe y quien no debe atravesar el estrecho o cruzar los Pirineos. No creo que tengan ningún poder de dominancia para limitar quien debe o no debe venir.

Desde un punto de vista más personal, me atrevo a decir que me parece indignante la actitud que han tomado ciertos “personajes". Personas supuestamente“civilizadas”, preparadas universitariamente, personas independientes… pero señaladas a partir hoy, por los creyentes de la igualdad humana, ya que me parece no saben convivir con el medio que les rodea. Personas que creen tener el poder suficiente para poder arrancar los derechos de las personas y asfixiar a la dignidad del ser humano.

Los que se han atrevido a escribir tales blasfemias y barbaridades arcaicas propias de una civilización atrasada, no arriesgan a firmar sus insultos con su nombre (norma básica del Tablón del Residente) a excepción de uno que encima lo hace y quizás hasta presuma de ello. Ofendéis de una forma patética y ridícula.

A ciertos residentes hace poco más de un mes, se les sancionó por quemar la bandera institucional española, de la que he de decir que me siento muy orgullosa y que estoy completamente de acuerdo en la sanción impuesta por Dirección ya que está tipificado como delito por Ley, pero esto que ha ocurrido es una falta de vergüenza absoluta. Como he dicho se vulneran algunos artículos de la Constitución Española pero no olvidemos que se vulneran, también, las normas expuestas en la residencia para la utilización de cualquier medio periodístico de nuestro Colegio Mayor, así como las propias normas de convivencia de los Colegios Mayores de nuestra Universidad que todo el mundo tiene que aceptar antes de ingresar .

Espero que Dirección adopte las medidas oportunas que crea convenientes.

Un regalo para Ariel


Pensando en tu regalo (y queda un mes para tu cumpleaños) empecé a trabajar mi mente enredándola como mejor pude entre juguetes infantiles, algo de mobiliario colorido para tu nueva habitación, algún equipamiento deportivo ahora que comenzarás tus clases de natación, una bicicleta con cuatro ruedas para que no te pase nada… tantas y tantas cosas… un amplio repertorio motivado, principalmente, por tu edad y sobre todo sabiendo que acertaré porque te conozco tanto que en ocasiones creo que hasta demasiado.

Hoy sigo y continuo escribiéndote después de todo el tiempo que ha pasado y es que a pesar de quererte y conocerte tanto no quiero fallar en mis palabras.

Mirando tus dibujos y tus fotos colgadas en las paredes de mi habitación me doy cuenta que todo lo que me rodea eres tu… Recuerdo la primera vez que te vi, creo que la seguiré recordando el resto de mi vida. Aunque se hace difícil si tenemos en cuenta que a partir de entonces ha sido imposible no acordarse de cada una de tus mil miradas, de tus gestos imposibles o de tus travesuras de ángel, como dice la abuela.

Desde que llegaste a mi vida has pintado todas mis sonrisas, has hecho que cada día sea especial porque no hay día que no piense en ti. No puedo imaginarme un solo día sin ti, sin un pequeño esbozo de sonrisa en tu cara o de cómo te quedas dormido tocando mi nariz. Tengo presente esas canciones que cantas con tu dulce voz a todas horas, las canciones que tu papá pone en el coche y que sabes del tirón, tu primer villancico, tus primeros pasos, tus primeras palabras, tus primeros saltos…Eres tan especial…Tus miradas de complicidad desde el día que naciste me hacen sentir algo a tu lado. Me haces no olvidar que ya no somos nada sin ti. Gracias a ti me pierdo en un mundo de fantasía y color donde todo es mágico y lo mejor de todo, que se disfrutarlo junto a ti.

Pienso en como se puede llegar a querer tanto a alguien, tanto que llegarías a dar lo impensable por esa persona. Has traído una ráfaga de alegría, entusiasmo, tranquilidad y amor a la familia que es imposible de calcular su peso. Me encanta verte jugar, mirarte cuando duermes, tocar tus ojos, tu pequeña cara, hacerte cosquillas, jugar contigo al escondite, enseñarte y explicarte las cosas nuevas de la vida, enseñarte esas primeras palabras en inglés y que no se te olvidan para nada, me gustan cuando cuentas de carrerilla… Me doy cuenta que yo también formo parte de ti y lo único que deseo es que así siempre sea. Quiero formar parte de todos tus juegos, tus preguntas que muchas no tendrán respuesta, tus nuevas experiencias conociendo el mundo que te rodea, tus inquietudes, tus primeros amigos, amores…

Porque cuando te siento lejos, te echo muchísimo de menos. Y cuando llega el día de volver a verte, me pongo hasta nerviosa por saber si cuando me veas estarás enfadado por dejarte tanto tiempo. Cada vez que cuelgo el teléfono tras haber oído desde el otro lado tus travesuras o tus besos telefónicos me empapo entre lágrimas y me es difícil continuar el día.

Quiero que seas feliz. Que me mires con esos espléndidos, preciosos y brillantes ojos que te han regalado toda la vida. Que me cantes todos los días. Que te encante y me escojas todos los días para dormir contigo. Que no te canses de jugar conmigo.

Quiero que seas feliz porque lo mereces. Quiero que nunca pierdas esa inteligencia que te acompaña desde que has nacido. Quiero que sigas siendo tan cariñoso como hasta ahora.

Quiero que nunca pierdas las ganas de luchar. Quiero que nunca te hundas. Quiero que aprendas a ser alguien y saber salir hacia delante. Quiero que nunca le tengas miedo a nada ni a nadie. Que estés seguro en tus prioridades.

Quiero que le plantes valentía a las dificultades. Que pase lo que pase, siempre estaremos contigo. Que la vida es dura y hay que trabajar arduo. Que deseo que logres muchos triunfos en tu vida. Que seas objetivo con lo que te rodea. Que te marques metas y trabajes duro para llegar a ellas. Que no te rindas nunca a pesar de todo lo malo que te puedas encontrar en esta vida.

Deseo que todo te sonría en la vida. Que nunca me olvides. Que siempre tengas un minuto al día para no olvidarte de que te quiero.

Que siempre seas ese niño que con su vida ha llenado la mía y la de todos.

Te quiero pequeño, nunca lo olvides.

Y termino este relato, que si se tratase de otra cosa hubiese tardado en escribirlo unos segundos. Tratándose de ti, me ha costado y no tengo la menor remota idea de por qué. Tres meses de empezar esto, hoy lo termino…

A los malos momentos


Todos hemos sentido una muerte inesperada, una colección de suspensos importante, un amor roto, un amigo que te falla, un familiar que marcha… Todo hemos tenido malos momentos en la vida alguna vez. Pero todos sabemos que son los que te ayudan a ser más fuerte en la vida, a verlo todo de otra manera, a tener más cuidado, a estar más atento… son los que te ayudan a madurar. Son los que te ayudan a plantarle cara a las dificultades de la vida.

De algunos, como la muerte de un ser querido, no te recuperarás jamás. Es algo que te han arrancado a pedazos sin piedad. Sólo te queda el consuelo de todos los momentos que pasaste a su lado y que, estén donde estén, te siguen mimando, preguntando, ayudando y queriendo como antes o cada día más. Que en ocasiones, son los que te dan esa fuerza para continuar con todo porque ahora lo saben todo de ti. Son tu nuevo confidente cuando te levantas por las mañanas.

De los golpes que te da la vida uno tiene que aprender a levantarse. Aunque le cueste. A mí, personalmente, me ha costado mucho levantarme de algunos, pero lo he terminado haciendo. Me cuesta mucho olvidar pero creo que cuando lo hago no miro para atrás.

Me he dado cuenta que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Que si le has jugado limpio a la vida, ella te lo devolverá. Y quien todavía no te entienda, ya lo entenderá. Que un perdón puede con todo. Que todo el mundo se equivoca, yo también. Que costaba mucho seguir y continuar con el trayecto a tus espaldas pero cogiste la mochila y continuaste el camino. Que todo se vuelve a colocar en su lugar, que muchas cosas se siguen sin entender pero es mejor seguir caminando y agarrarte a una roca si te encuentras mal. Descansar, levantarte y seguir.

Porque algunos te fallan pero siempre tienes otros ahí, escuchando tus lágrimas. Es lo único que pueden hacer. El tener un hombro donde llorar o unos minutos de alguien que te escucha sin hablar, es la única motivación fuerte que sientes para seguir adelante. Con los malos momentos, conoces mejor a las personas, te conoces mejor a ti mismo y te das cuenta lo que significan los que están más cercanos. El truco está en tu fortaleza que consiste en tu afán de superación y en tu modo de afrontar las cosas.

Es cierto, que en ocasiones, se hace muy difícil salir del pozo y parece como si el pozo te cogiese por los pies y te ahogase más porque el momento es tan amargo, los personajes de la historia son tan importantes para ti, que piensas que todo se desploma, que no tenías nada y te vas a quedar con menos. Se pasa mal, a veces no sabes ni levantarte de la cama. El día a día es una auténtica batalla para no verlo oscuro, porque su tu día es por completo un mal día aún así tienes que seguir huyendo de hacerlo peor todavía.

Pero llegará el día que te despiertes y sepas plantarle cara a la noche constante que se había creado en tu vida. El sol volverá a brillar. Ese día llegará cuando sepas y te sientas bien contigo misma, cuando sepas que nunca fallaste. Cuando sepas perdonar.

Pero perdonas y no olvidas. Esto va por fases, no pienses que no lleva y cuesta su tiempo. Desaparecen los malos momentos o, por lo menos, desparecen de la vista de todos, hasta de los que llorabas en su hombro. Ya no se manifiestan con lágrimas, ni tardes ensangrentadas de dolor. Ahora sólo te quedas callada unos instantes cuando de repente de nuevo te vuelve el recuerdo de todo lo que te ocurrió y tuviste que soportar.

Con el paso del tiempo, con el poder de la amistad, con la verdad por delante, todo se soluciona y te atreves hasta a escribir sobre ello porque los malos momentos quedaron lejos. Y te das cuenta que cuando tenias un mal momento dejaste de lado los buenos momentos, que también los había a pesar de todo. Y te agarras a un clavo ardiendo y te equivocas. Todo se soluciona de nuevo. A veces ese clavo ardiendo es lo que necesitas para continuar y cuando ya se ha solucionado todo ese clavo se enfría y te das cuenta que te agarraste a ello porque la roca se rompía.

Continuarán llegando momentos malos en tu vida. No te abandonan nunca, porque la vida no es un camino de rosas pero, cada vez que llegue uno de nuevo, sabrás salir hacia delante por el espíritu de superación que te dieron los otros. Y porque ahora, esos momentos ya no existen. Están tan olvidados que ya no te quedarás en silencio sin hablar ni por un momento. Ya todo son sonrisas y felicidad, lo normal. Y es porque la vida te ha puesto en tu lugar.

sábado, 9 de febrero de 2008

Conformista del amor vs. Amor verdadero




Hoy quiero escribir, intentando desviar mi cabeza del estudio del que bien no debería distraerme, al amor, bueno no. Digamos mejor, que hoy escribo al conformismo en el amor. Quiero hacer mención a ello, porque he visto últimamente que la gente no tiene en cuenta al amor, lo olvida por completo aún compartiendo su vida con otra persona creyendo que esa situación es la ideal y que, en realidad, es la única que se ha dado. Simplemente, se conforma creyendo que eso es amor y no mira para atrás. Incluso el propio conformista ni se da cuenta. Pero sabe de sobra, que en otros momentos ha sido más feliz o que podría llegar a serlo más porque en algún momento se lo plantea. Es más fácil avanzar por el camino sin zarzas que llegar ensangrentado por la lucha de conseguir lo deseado.

Seamos realistas desde el principio: el conformista se pierde en el tiempo y se enreda en la infelicidad constantemente por mucho que lo quiera tapar o por mucho que un simple viaje, regalo o sonrisa quieran demostrar. Por mucho, que en la mayoría de las veces, el sexo le haga creer lo contrario.

El amor conformista que no aumenta la perfección se pierde desde el principio. Es un amor cómodo, poco sincero, no trabajado, nacido a la vuelta de la esquina, ese por el que no se lucha. No son lazos fuertes, seguro que se deshacen con las gotas de agua. Te hace presa de la rutina, de lo poco especial y en el que vuelas sobre un pájaro sin alas. Lo peor que te puede suceder y que te corta la raíz de la libertad, que no deja de germinar la ansiada independencia en su afán de conocerte como persona, es adquirir la postura conformista para no estar sol@. Incluso después de haber pasado años y darte cuenta que aquello no tuvo principio y que mucho menos un final ideal. Para encontrar la estabilidad, la confianza, la correspondencia y la felicidad se tienen que trabajar arduo.

No intentes hacer partícipe al resto de tu “amor conformista” porque es una actitud absurda. Hay gente que sí tiene historias de verdad y no se dedica a ridiculizar al amor plantándolo en mitad del ruedo como si de una auténtica corrida de toros se tratase en la que todo el mundo participa levantando la mano con su pañuelo blanco. Como decía Galdós en su grandiosa obra de Fortunata y Jacinta “el amor más sublime es el más discreto y las bocas más elocuentes aquellas en las que no entra ni una mosca”. Comparte el amor para ti, ese será el más grande. Donde los secretos son sólo disfrutados y guardados por dos protagonistas. Porque nadie más que tú y él sois protagonistas de la historia, de vuestra historia. A cada cual le interesa la suya. No creas que por contarla a los cuatro vientos se hace notar más el amor, se hace creer que es el amor más verdadero del mundo o el que nadie romperá nunca en la vida. Ese es el amor conformista. Creando una tómbola de tu amor, de alcance público, sólo conseguirás que te pistoleen incluso a la primera tirada. Pero tu seguirás aguantando como desde el principio, porque te conformas con todo. Como empecé diciendo en esta historia. Porque es un amor conformista y tienes que demostrar que es el más perfecto, ¡cómo si eso se pudiese demostrar!

El amor de verdad es una mirada llena de pasión. Es un beso sin terminación. Es una historia de dos. Un cosquilleo en la tripa. Una luz en la noche. Una palabra encendida.

A todos nos ha pasado alguna vez, a otros tantos muchas veces, que nos hemos equivocado en el amor. Yo, a partir de hoy, he decidido que jamás me equivocaré por el conformismo. Me he equivocado alguna vez, alguna con mención especial por el error y la pérdida de tiempo generada. Soy exigente, lo reconozco, con esto como con todo. Por eso mismo, hay que luchar en buscar esa persona que le corresponde tu otro lugar, tu otra parte. No te conformes con lo fácil o loable, eso, no es amor. Quien verdaderamente ha estado enamorado alguna vez sabe de qué le hablo. Quien sepa también qué es darte por satisfecho también sabrá a qué me refiero con este texto. Gracias a toda esa gente luchadora, que la hay, que sabe de qué hablo.

“Busca y disfruta del amor verdadero, no pierdas el tiempo”

Ciudad de gentes

Hace ya cuatro años que marche de allí. De Talavera. Mi ciudad, la que me vio nacer, crecer y marcharme. Hoy pensando mucho en ella me decido escribirla. Me interrumpe una llamada de teléfono. Es alguien de allí, importante para mí. Es madrugada y se ha acordado de mí y no se ha resistido a llamarme. Así se vive y así se siente Talavera, por este tipo de gente. Cuelgo el teléfono y mi texto seguro que comenzará a fluir con una sonrisa esbozada y alguna que otra lágrima escondida entre la almohada.

Hoy, siendo una fría noche de invierno cegada por tanto papel universitario y melosa por la añoranza de los míos, la recuerdo como si estuviese tan lejos lejos... Sintiendo que ya, como mucho, sólo arrancarás alguna que otra visita fugaz.
Me pongo a pensar que en estos cuatro años que marché a Madrid pensando que esta sería mi gran ciudad, y no es mentira, pero percibo con gotas de sentimentalismo que es imposible no mirar hacia atrás y no recorrerte un sentimiento de tristeza y a la vez patriotismo por la ciudad que te vio nacer, crecer, jugar, enamorarte, llorar, caer, levantarte, caer y volverte a levantar.

Miro por la ventana oscura de mi nueva habitación en la "gran manzana española" y, ahora mismo, sólo recuerdo grandes momentos de mi infancia y mi adorada juventud entre aquellas calles. Las que ven mis ojos desde aquí, para mí en este instante, no tienen trazado. Las que están allí, están dibujadas en mi mente para siempre, no sus calles si no los momentos en ellas. Su gente, mi gente, sus fiestas, sus aires, sus calles, sus bancos de charla, su noches de magia…

Talavera de la Reina. Hoy por hoy, intento nombrarla sin comerme ni una sola consonante o vocal. Porque, además, sus letras trasmiten una alegría incomparable a cualquier otro nombre de ciudad española y, dejarme aflorar esta cursileria. Porque no hay nada que me llene de más orgullo que recordar que es “Talavera de la Reina” mi ciudad.

Pienso que mi vida empieza ahora aquí, lejos de aquello, que no volveré más y, a pesar de todo lo bueno que he conseguido, me entristezco. Que sólo veré Talavera desde la ventana de un coche, que no saborearé más nunca esos paseos por la Ronda Sur, como cuando antes pasábamos largas noches de verano y, no tan verano, a la orilla del río intentando cavilar la mejor forma de escapar, el futuro que nos depararía en nuestro nuevos destinos y las puertas que se nos abrirían al salir de allí. Nunca sin pensar las que se llegarían a cerrar.

Una cuidad con color, con sabor, con encanto, cariñosa, amable, volcada en su pueblo. Donde todos intentamos convivir en una armonía impecable, donde se puede percibir con sus ferias y sus aires. Donde todo se hace para todos. Donde cada día crece con riguroso rigor. Donde cada día nacen niños que volverán a jugar entre las verjas de mi colegio y donde sentirán la misma sensación que yo hace cuatro años. Y que sentirán también la de ahora.

Talavera de la Reina es una ciudad grande por su gente, por mi gente. Porque no sé como va a ser a partir de ahora, pero yo hablo enfundada en el pasado y eso la avala con diferencia.

Nada más preciado que un buen paseo por el Prado. Visitar a tu Virgen, que por muy poco devota que seas, te sigue emocionando y ayudando. Su Colegial donde cada vez que entres seguirás teniendo esa sensación fría y misteriosa. Su plaza del Pan donde cada vez que pases de largo seguirás percibiendo que es algo no muy allá de un paisaje vanguardista. “Ciudad de la Cerámica” por excelencia donde, en realidad, nadie tiene de ella.
Recuerdas todos esos momentos, de la mano de los nuevos, paseando en Navidad por sus murallas sintiendo con frío las tradiciones hogareñas de los paisanos. Te emocionarás porque nunca podrás volver a visitar el Prado, como lo hacía antes, ansiosa por saber si ya estaban puestas las casetas de la feria. Tu guardería, tu colegio, tu instituto, tu barrio, tus amigos de la infancia, tus vecinos, tu tienda de golosinas, el banco de los primeros besos, el parque de tus primeros encuentros…Y siempre pasearás en silencio, callada, observando. Pensarán que no quieres hablar y lo único que sientes es que es lo único que te queda ya: recordarlo todo en silencio un año tras otro para no olvidarlo jamás.

Ciudad con mágicas aventuras, donde cada domingo tras la ventana del tren piensas que la vuelves a fallar. Donde a pesar de tu desplante te vuelve a acoger una y otra vez. Vas en el tren con gente de toda clase. Una vez con una francesa y otra sevillana. Habían marchado de Talavera hace 40 y 12 años respectivamente. Y allí volvían porque su corazón se partía si no lo hacían de vez en cuando. Sólo me queda pensar si a mí me pasará lo mismo. Y sólo quiero dejar claro, que no creo que vuelva, pero que siempre va conmigo porque yo soy también una parte de aquello y no soy nada sin ello.
Por eso no puedo olvidarla. He crecido y he dado mis primeros pasos allí. He sentido el jugueteo de patear sus calles a pie de punta a punta. Y he sentido y sentiré que mi corazón, es decir mi familia y mis amigos, siempre seguirán allí. Un lazo invisible imposible de cortar con el diamante más preciado.

Quiero seguir para siempre abriendo mi ventana y sentir esa sensación fresca de una noche de Mayo… Irrepetible y única experiencia. Todo talaverano sabe de sobra que esa sensación nos pertenece solo a nosotros. Nadie es y será capaz de percibirla igual.


Sigue así de preciosa y radiante, sigue así de acogedora y vivaz. Y al igual que yo, nunca olvides lo que pasó por mucho que vaya a pasar.