domingo, 11 de mayo de 2008

Hasta pronto...

Triste, preocupada, asustada. Tal vez no estaba preparada. Impresionada, confundida, simplemente vacía. Con los trozos de cristal de un vaso roto clavados en mi corazón, así me siento. Destrozada, abatida, rota de dolor, acorralada por el recuerdo, llena de rabia, de ira… Te han destrozado la vida.
Porque no me hago a la idea de no volverte a ver. Seguro que estás caminando entre las nubes dulces de algodón del cielo jugando, con tu eterna e incansable sonrisa, tu amabilidad, tu tan querido sentido del humor, tu elegante generosidad…

Quisiera abrazarte y no puedo. Porque quería decirte adiós sin que pareciese una despedida y, así lo hice, y sólo pude decirte, tu último día, que ya nos veríamos. Y pensaba que tenía tantas ganas de verte de nuevo… y sentía que no podía… por eso lloraba… porque es difícil volverte a ver sin cometer una locura… Porque como dice una canción…. “Quisiera tocar el aire y sentir que llegas y no te alejas” porque parece que en unas horas, en unos días volverás a sonreír como lo hacías.

Mi hermano sentirá que todo es tan diferente sin tí... ni tardes de futbol (aunque no te gustaba, pero siempre te engañaban), ni juegos a la play, ni cenas en tu casa, ni los mejores consejos.... y desde aquí y, así, sólo quiero decirle que le quiero.
Y seguro que el truco para salir de todo esto es que hay que hacerse a la idea de que, la vida y la muerte, son pareja y que a partir de ahora serás un ángel colgado de esa dulce, tan dulce, nube del cielo. Has cerrado los ojos y te has convertido en la brisa que acompaña todos los días a los que más te querían.

Porque la vida se convierte en una actividad intensa de resistencia con la que hay que combatir fervientemente todos los días. Porque, a veces, las cosas que suceden en ella a la gente le parecen indiferentes y, hasta que no te toca, no te llega como debería. Porque el dolor de perder a alguien cercano es una pesadilla de la que cuesta despertarse todos los días, eso contando con que algún día ni despiertas y dejas la cortina corrida en la oscuridad para no ver la realidad porque cuesta horrores…

Pero todos los recuerdos se sostienen en la memoria. Somos lo que recordamos. La memoria es nuestro hogar, el hogar de los recuerdos de las personas que más queremos. Pero perder un recuerdo que queremos es el dolor más grande del que alguien se puede recuperar.

Javi, porque no me hago a la idea de no volverte a ver. Porque creía que saldrías y porque ahora no me basta con que la gente me diga que la situación, por lógica, es dura y que, alguna vez, tendríamos que pasar por ello, como todo ser humano, y que el tiempo curará las heridas. Que esto no es ley de vida. Que no es un accidente. Que no es el destino. Que no sé lo que es porque no entiendo absolutamente nada de esta vida. Porque, hoy por hoy, se me han quitado las ganas de luchar por nada porque te lo arrebatan cuando menos te lo esperabas de la forma más cruel que imaginabas. No tengo ganas de nada, ni de nadie. Sólo de debatirme si la vida sirve para algo, sólo eso, o para nada.

Cuando te volveré a ver. Sólo me pregunto si realmente existe otro mundo para volverte a ver. Porque lo pienso y quiero morder al mundo. Plantarle cara a la mierda que rodea a todo esto y que se mueve como si nada. Porque nada es la cuestión. Porque nada es la respuesta. Somos nada rodeados de un nada que es la vida.

En el mundo hay cosas imposibles. Pero no creo que se pueda llegar a sentir tanta rabia empotrada en la memoria.

La vida ha hecho daño y no puedo pasar página y volver a sonreír tan fácilmente. Porque no llevo ni un mes sin verte y parece que llevo toda una vida…

Y sólo quiero saber ahora mismo cuando te volveré a ver, cuando volveré a verte, cuando te volveré a ver, cuando te volveré a ver… solo eso: que quiero volverte a ver y, simplemente tan fácil, no puedo hacerlo.

Te echamos de menos. Siempre me acordaré de tí. Javi, hasta pronto…

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